EL FIN DE FARRA MAS SURREALISTA DEL MUNDO!!!!!

Esta anécdota es digna de contarse. Es de película como mínimo.
Por ello, aunque es el final de mi fin de semana, la cuento primero. Lo voy a contar en plan literario que merece la pena. Disfrutad:

"Me desperté en la piscina bastante desorientada.
Mientras aún estaba entre dormida y despierta mi subconsciente trataba de ordenar la noche anterior para recuperar el norte y encontrarle un sentido a esa situación. Cuando me desperté del todo retiré con cuidado de encima mío la pierna del chico que dormía a mi lado abrazándome y que no dejaba que me moviera. Él no se despertó, de hecho se acurrucó aún más como un bebé. Empecé a buscar mis gafas tratando de no perder la calma. No las encontré, debían estar debajo de él. –Mierda! ¿las habrá roto? No puedo seguir así, qué desastre-.
Necesitaba ver, cosa que sin corrección para mis 11 dioptrías era casi imposible sin mis gafas, pero hice un esfuerzo y cogí las lentillas. Fui al baño a ponérmelas. Mis ojos se quejaron hasta la lágrima porque estaban irritados y cansados de toda la noche de juerga y sólo un par de horas de sueño. Las gafas de sol se me revelaron como el mejor invento del siglo: disimularían a la vez mi mala cara, mi mirada y mi desorientación.
Cuando regresé me senté en el bordillo de la piscina a su lado y le miré de arriba a abajo. Era un chico moreno, muy delgadito. Parecía más joven que yo, iba depilado y llevaba un bañador ajustado. En realidad iba “mal depilado”; afeitado en algunas zonas y con costritas, arañazos e irritaciones que bien podrían ser de una cuchilla en mal estado, una cera muy caliente o una crema depilatoria sobreexpuesta. Parecía gay, la verdad, y yo una experta en cosméticos… - deja de escrutarle Laura que se va a notar -. La calma que había logrado mantener hasta ese momento empezaba a desaparecer: definitivamente, ese chico no me sonaba de nada.
No lograba encontrar en mi memoria los datos que dieran sentido a esa situación. Definitivamente había perdido el control, el norte y todo atisbo de razón, si es que era capaz de despertarme al lado de alguien que no conocía de nada. Estaba segura de haber llegado sola ¿qué podía haber pasado estando ya en la piscina si realmente había llegado sola? Mi vecina Mery (la de la fiesta aquella a la que me apunté) me saludó con cara de guasa desde el otro lado de la piscina. "¿Qué tal has dormido?". A mi no me salía la voz. Iba a coger mis cosas y a marcharme, si el chico me conocía ya bajaría a mi casa. Pero no lo hice, necesitaba saber qué había pasado. Me levanté, me acerqué a Mery y me senté con ella y con su amiga: "Mery tía, esto va a sonar fatal y encima casi no te conozco, pero es que o lo hablo o me vuelvo loca: no sé quién es ese chico." La cara de alucine y la risa fueron simultáneas. "Te juro que yo llegué sola en un taxi a las 11 de la mañana. Entré en mi casa me puse el bikini y subí. Me estuve echando crema y todo, no es que me desmayara nada más llegar. Luego sí, me tumbé a la sombra y hasta ahora. Unas dos horas durmiendo profundamente. Mery se rió, ella al principio no me había reconocido pero había pensado que qué monos la parejita, y luego al verme empezó la guasa creyendo que había ligado. Pero no. Era imposible. Encima era muy crío y parecía gay - ¿Por Dios qué leches ha pasado?-. De pronto se despertó. Parecía tan desorientado como yo. Empezó a balbucear algo y a buscar en mi bolso. Nosotras no dábamos crédito. De pronto un chico y una chica que estaban bañándose le hablaron. Él tampoco sabía como había llegado hasta allí. "Pero... ¿no la conoces? Has dormido como 2 horas abrazado a ella!" Nosotras, la madre de la chica alemana que vive encima mío, el vecino del tercero, su prima, y todos los que estaban o hubieran estado en la piscina en ese momento empezamos a reirnos a mansalva. Yo no sabía dónde meterme y el socorrista parecía a punto de subirse hasta el techo de la risa como en Mery Poppins. Salieron del agua y el chico volvió a su toalla que estaba junto a donde estábamos nosotras ahora, y empezamos todos juntos a atar cabos. Simplemente habían subido a la piscina tan cansados y de empalmada como yo. Se habían dormido y de pronto, sin más, él se levantó y se tumbó abrazado a mi. Debió estar medio sonámbulo y confundirme con su amiga... SURREALISTA. Bueno, mi nuevo amigo es efectivamente gay (mi virtud no corrió peligro). Se llama Samuel y es norteamericano aunque habla perfecto castellano con un ligero acento sudamericano. Han hecho pandilla en el edificio casi todos los extranjeros. Ya tengo nuevos amigos. JAJAJA. Si lo que no pase en este edificio..."